Viernes, 2 de Junio de 1944

Querida Kitty:

«Quienes suban al desván, que se lleven un paraguas bien grande, de hombre si es posible...» Esto para guarecerse de las llu­vias que vienen de arriba. Hay un refrán que dice: «En lo alto, seco, santo y seguro», pero esto no es aplicable a los tiempos de guerra (por los tiros) y a los escondidos (por el pis de gato). Re­sulta que Mouschi ha tomado más o menos por costumbre deposi­tar sus menesteres encima de unos periódicos o en una rendija en el suelo, de modo que no sólo el miedo a las goteras está más que fundado, sino también el temor al mal olor. Sépase además que también el nuevo Moortje del almacén padece los mismos males, y todo aquel que haya tenido un gato pequeño que hiciera sus nece­sidades por todas partes, sabrá hacerse una idea de los aromas que flotan por la casa aparte del de la pimienta y del tomillo.
Por otra parte, tengo que comunicarte una receta totalmente nueva contra los tiros: al oír los disparos, dirigirse rápidamente a la escalera de madera más cercana, bajar y volver a subir por la misma, intentando rodar por ella suavemente hacia abajo al menos una vez en caso de repetición. Los rasguños y el estruendo produ­cidos por las bajadas y subidas y por las caídas, te mantienen lo su­ficientemente ocupada como para no oír los disparos ni pensar en , ellos. Quien escribe estas líneas ya ha probado esta receta ideal, ¡y con éxito!

Tu Ana M. Frank.

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