Miércoles, 16 de Febrero de 1944

Peter y yo no nos hablamos en todo el día, salvo algunas palabras sin importancia. Hacía demasiado frío para subir al desván, y además era el cumpleaños de Margot. A las doce y media bajó a mirar los regalos y se quedó charlando mucho más tiempo de lo estrictamente necesario, lo que en otras circunstancias nunca hubiera hecho. Pero por la tarde llegó la oportunidad. Como yo quería agasajarla, aunque sólo fuera una vez al año, fui a buscar el café y luego las patatas. Tuve que entrar en la habitación de Peter, él en seguida quitó sus papeles de la escalera y yo le pregunté si debía cerrar la trampilla.-Sí, ciérrala -me dijo-. Cuando vuelvas, da unos golpecitos para que te abra.Le di las gracias, subí al desván y estuve como diez minutos escogiendo las patatas más pequeñas del tonel. Entonces me empezó a doler la espalda y me entró frío. Por supuesto que no llamé, sino que abrí yo misma la trampilla, pero Peter se acercó muy servicial, me tendió la mano y me cogió la olla.-He buscado un buen rato, pero no las he encontrado más pequeñas que éstas.-¿Has mirado en el tonel?-Sí, lo he revuelto todo de arriba abajo.Entretanto, yo ya había llegado al pie de la escalera y él estaba examinando detenidamente el contenido de la olla que aún tenía en sus manos.-¡Pero si están muy bien! -dijo.Y cuando cogí nuevamente la olla, añadió: -¡Enhorabuena!Al decirlo, me miró de una manera tan cálida y tierna, que también a mí me dio una sensación muy cálida y tierna por dentro. Se notaba que me quería hacer un cumplido, y como no era capaz de hacer grandes alabanzas, lo hizo con la mirada. Lo entendí muy bien y le estuve muy agradecida. ¡Aún ahora me pongo contenta cuando me acuerdo de esas palabras y de esa mirada!Cuando llegué abajo, mamá dijo que había que subir a buscar más patatas, esta vez para la cena. Me ofrecí gustosamente a subirotra vez al desván. Cuando entré en la habitación de Peter, le pedí disculpas por tener que volver a molestarle. Se levantó, se puso entre la escalera y la pared, me cogió del brazo cuando yo ya estaba subiendo la escalera, e insistió en que no siguiera.-Iré yo, tengo que subir de todos modos -dijo.Pero le respondí que de veras no hacía falta y que esta vez no tenía que buscar patatas pequeñas. Se convenció y me soltó el brazo. En el camino de regreso, me abrió la trampilla y me volvió a coger la olla. Junto a la puerta le pregunté:-¿Qué estás haciendo?-Estudiando francés -fue su respuesta.Le pregunté si podía echar un vistazo a lo que estaba estudiando, me lavé las manos y me senté frente a él en el diván.Después de explicarle una cosa de francés, pronto nos pusimos a charlar. Me contó que más adelante le gustaría irse a las Indias neerlandesas a vivir en las plantaciones. Me habló de su vida en casa de sus padres, del mercado negro y de que se sentía un inútil. Le dije que me parecía que tenía un complejo de inferioridad bastante grande. Me habló de la guerra, de que los ingleses y los rusos seguro que volverían a entrar en guerra, y me habló de los judíos. Dijo que todo le habría resultado mucho más fácil de haber sido cristiano, y de poder serlo una vez terminada la guerra. Le pregunté si quería que lo bautizaran, pero tampoco ése era el caso. De todos modos, no podía sentir como un cristiano, dijo, pero después de la guerra nadie sabría si él era cristiano o judío. Sentí como si me clavaran un puñal en el corazón. Lamento tanto que conserve dentro de sí un resto de insinceridad...Otra cosa que dijo:-Los judíos siempre han sido el pueblo elegido y nunca dejarán de serlo.Le respondí:-¡Espero que alguna vez lo sean para bien!Pero por lo demás estuvimos conversando muy amenamente sobre papá y sobre tener mundología y sobre un montón de cosas, ya no recuerdo bien cuáles.No me fui hasta las cinco y cuarto, cuando llegó Bep.Por la noche todavía me dijo una cosa que me gustó. Estábamos comentando algo sobre una estrella de cine que yo le había regalado y que lleva como año y medio colgada en su habitación. Dijo que le gustaba mucho, y le ofrecí darle otras estrellas.-No -me contestó-. Prefiero dejarlo así. Estas que tengo aquí, las miro todos los días y nos hemos hecho amigos.Ahora también entiendo mucho mejor por qué Peter siempre abraza tan fuerte a Mouschi. Es que también él tiene necesidad de cariño y de ternura. Hay otra cosa que mencionó y que he olvidado contarte. Dijo que no sabía lo que era el miedo, pero que sí le tenía miedo a sus propios defectos, aunque ya lo estaba superando.Ese sentimiento de inferioridad que tiene Peter es una cosa terrible. Así, por ejemplo, siempre se cree que él no sabe nada y que nosotras somos las más listas. Cuando le ayudo en francés, me da las gracias mil veces. Algún día tendré que decirle que se deje de tonterías, que él sabe mucho más inglés y geografía, por ejemplo.

Ana Frank

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