Viernes, 2 de Abril de 1943

Querida Kitty:

Nuevamente se ha ampliado mi extensa lista de pecados. Anoche estaba acostada en la cama esperando que viniera papá a rezar conmigo y darme las buenas noches, cuando entró mamá y, sentándose humildemente en el borde de la cama, me preguntó:-Ana, papá todavía no viene, ¿quieres que rece yo contigo?-No, Mansa -contesté.Mamá se levantó, se quedó de pie junto a la cama y luego se dirigió lentamente a la puerta. De repente se volvió, y con un gesto de amargura en la cara me dijo:-No quiero enfadarme contigo. El amor no se puede forzar.Salió de la habitación con lágrimas en las mejillas.Me quedé quieta en la cama y en seguida me pareció mal de mi parte haberla rechazado de esa manera tan pida, pero al mismo tiempo sabía que no habría podido contestarlo de otro modo. No puedo fingir y rezar con ella en contra de mi voluntad. Sencillamente no puedo. Sentí compasión por ella, una gran compasión, porque por primera vez en mi vida me di cuenta de que mi actitud fría no le es indiferente. Pude leer tristeza en su cara, cuando decía que el amor no se puede forzar. Es duro decirla verdad, y sin embargo es verdad cuando digo que es ella la que me ha rechazado, ella la que me ha hecho insensible a cualquier amor de su parte, con sus comentarios tan faltos de tacto y sus bromas burdas sobre cosas que yo difícilmente podía encontrar graciosas. De la misma manera que siento que me enojo cuando me suelta sus duras palabras, se encogió su corazón cuando-le dio cuenta de que nuestro amor realmente había desaparecido.Lloró casi toda la noche y toda la noche durmió mal. Papá ni me mira, y cuando lo hace sólo un momento, leo en sus ojos las siguientes palabras: «¡Cómo puedes ser así, cómo te atreves a causarle tanta pena a tu madre!»Todos se esperan que le pida perdón, pero se trata de un asunto en el que no puedo pedir perdón, sencillamente porque lo que he dicho es cierto y es algo que mamá tarde o temprano tenía que saber. Parezco indiferente a las lágrimas de mamá y a las miradas de papá, y lo soy, porque es la primera vez que sienten algo de lo que yo me doy cuenta continuamente. Mamá sólo me inspira compasión. Ella misma tendrá que buscar cómo recomponerse. Yo, por mi parte, seguiré con mi actitud fría y silenciosa, y tampoco en el futuro le tendré miedo a la verdad, puesto que cuanto más se la pospone, tanto más difícil es enfrentarla.

Tu Ana

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