Viernes, 16 de Julio de 1943

Querida Kitty:

Nuevamente han entrado ladrones, pero esta vez ladrones de verdad. Esta mañana a las siete, como de costumbre, Peer bajó al almacén y en seguida vio que tanto la puerta del almacén como la de la calle estaban abiertas. Se lo comunicó en seguida a Pim, que en su antiguo despacho sintonizó la radio alemana y cerró la puerta con llave. Entonces subieron los dos. La consigna habitual para estos casos, «no lavarse, guardar silencio, estar listos a las ocho y no usar el retrete», fue acatada rigurosamente como de costumbre. Todos nos alegrábamos de haber dormido muy bien y de no haber oído nada durante la noche. Pero también estábamos un poco indignados de que en toda la mañana no se le viera el pelo a ninguno de los de la oficina, y de que el señor Kleiman nos de­jara hasta las once y media en ascuas. Nos contó que los ladrones habían abierto la puerta de la calle con una palanca de hierro y luego habían forzado la del almacén. Pero como en el almacén no encontraron mucho para llevarse, habían probado suerte un piso más arriba. Robaron dos cajas con cuarenta florines, talonarios en blanco de la caja postal y del banco, y lo peor: todos nuestros cu­pones de racionamiento del azúcar, por un total de 150 kilos. No será fácil conseguir nuevos cupones.El señor Kugler cree que el ladrón pertenece a la misma banda que el que estuvo aquí hace seis semanas y que intentó entrar por las tres puertas (la del almacén y las dos puertas de la calle), pero que en aquel momento no tuvo éxito.El asunto nos ha estremecido a todos, y casi se diría que la Casa de atrás no puede pasarse sin estos sobresaltos. Naturalmente nos alegramos de que las máquinas de escribir y la caja fuerte estuvie­ran a buen recaudo en nuestro ropero.

Tu Ana

P. D. Desembarco en Sicilia. Otro paso más que nos acerca a...

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