Miércoles, 29 de Diciembre de 1943

Querida Kitty:

Anoche me sentí nuevamente muy triste. Volvieron a mi mente la abuela y Hanneli. Abuela, mi querida abuela, ¡qué poco nos dimos cuenta de lo que sufrió, qué buena fue siempre con nosotros, cuánto interés ponía en todo lo que tuviera que ver con nosotros! Y pensar que siempre guardó cuidadosamente el terrible secreto del que era portadora¡Qué buena y leal fue siempre la abuela! Jamás hubiera dejado en la estacada a alguno de nosotros. Hiciera lo que hiciera, me portara como me portara, la abuela siempre me perdonaba. Abuela, ¿me quisiste o acaso tampoco me comprendiste? No lo sé. ¡Qué sola se debe haber sentido la abuela, pese a que nos tenía a nosotros! El ser humano puede sentirse solo a pesar del amor de muchos, porque para nadie es realmente el «más querido».¿Y Hanneli? ¿Vivirá aún? ¿Qué estará haciendo? ¡Dios querido, protégela y haz que vuelva a estar con nosotros! Hanneli, en ti veo siempre cómo podría haber sido mi suerte, siempre me veo a mí misma en tu lugar. ¿Por qué entonces estoy tan triste a menudo por lo que pasa aquí? ¿No debería estar siempre alegre, feliz y contenta, salvo cuando pienso en ella y en los que han corrido su misma suerte? ¡Qué egoísta y cobarde soy! ¿Por qué sueño y pienso siempre en las peores cosas y quisiera ponerme a gritar de tanto miedo que tengo? Porque a pesar de todo no confío lo suficientemente en Dios. Él me ha dado tantas cosas que yo todavía no merecía, y pese a ello, sigo haciendo tantas cosas mal...Cuando uno se pone a pensar en sus semejantes, podría echarse a llorar; en realidad podría pasarse el día llorando. Sólo le queda a uno rezar para que Dios quiera que ocurra un milagro y salve a algunos de ellos. ¡Espero estar rezando lo suficiente!

Ana

.